Al contrario, el aceite de importación es aceite aumamente refinado, con menos de dos décimas de grado de acidez y absolutamente desprovisto de matérias nocivas o desagradables. Si se mezelan estos aceites con el de oliva, éste resulta forzosamente mejorado pues se disminuye su acidez original.

Ahora bien, una cosa es mezelar aceite de oliva «decente» a los aceites importados y otra cosa es pretender enmascarar con éstos un aceite de oliva de mala calidad original; el resultado no puede ser bueno, como se comprende, y de hecho será pésimo si el aceite de oliva es de calidad deplorable. Imputar las deficiências de calidad a los aceites de importación es algo absolutamente erróneo; a lo sumo el aceite de soja, por ejemplo, no puede compararse en sabor con el de oliva, pero siempre y unicamente que éste sea real y buen aceite de oliva. En las condiciones actuales de la campana, nuestro aceite de oliva, por circunstancias que todos lamentamos, resulta muy ácido y de sabor muy fuerte; en muchos casos es de temer, incluso, sea bastante más perjudicial y de peor sabor, ciertamente, que los aceites importados de semillas oleaginosas.

El aspecto más oscuro de este asunto de calidades y sabores nos lo dan vários hechos comprobados de desaprensión, en virtud de los cuales se han efectuado mezelas de aceite de importación (menos de dos décimas de grado de acidez) con aceite de oliva (más de cinco grados), agregando también - todo se aprovecha ! - resíduos de campanas anteriores, aceites defectuosos, mal refinados, etc. Convengamos eu que una mezela así en el guiso familiar no es de las más indicadas para despertar el apetito, ni muchísimo menos para fomentar el buen humor y la comprensión de las victimas. Será notoria injusticia, sin embargo, descargarlos sobre los aceites importados.

El público tiene a su alcance la posibilidad de librarse de estas calamidades cambiando, pura y simplemente, de proveedor. Nos consta que hay en el comercio aceite de mejor calidad que el que suelen ofrecer algunos con gran alarde de disculpas técnicas y de toda a suerte. Un pequeno esfuerzo y no será difícil dar con él en cantidad y calidades razonables. Tanto más, que no hay escasez en principio, y, subsiguintentemente, las importaciones serán frecuentes y abundantes en aceites refinados para asegurar el empalme con la próxima cosecha. Esto mismo, por otra parte, permitirá notables y perceptibles mejoras de una situación que, por los naturales desajustes iniciales de la campana, es sólo momentánea.

ANEXO XXIII

Del aceite y de sus calidades

para aumentar los abastecimientos y lograr el grado de acidez tolerable.

Nosotros tenemos la suerte, verdadero privilegio do la naturaleza, de contar con la mayor producción de aceite de oliva del mundo. Pero esta suerte, que depende de la naturaleza, no puede estar siempre asegurada contra todo riesgo, y este ano, desgraçadamente, ha fallado. La culpa de la poca cantidad recogida ha sido la sequía y la de la mala calidad la invasión de la «mosca» y el «aranuelo», tanto más fáciles en su propagación y dano cuanto más faltos de defensas naturales estaban los olivos por las condiciones climatológicas. Pero ninguno de estos factores desfavorables puede ser sometido a expediente y sanción. Lo que sí podia evitarse es que, a cuenta de esta desfavorable eventualidad, surgieran los elementos oportunistas interesados siempre en pescar en el rio revuelto de la especulación. Y una de las primeras medidas tomadas ha sido prohibir la venta de aceites enlatados, que en época normal contenian calidades selectísimas, con precio libre, pero que en estas circunstancias solo contenían, en el mejor de los casos, los aceites corrientes, que así burlaban los precios topes establecidos, y, en otros, verdaderas mezelas «explosivas» producto de mezelar aceites de semillas, con menos de dos décimas de grado de acidez, con aceites de oliva de hasta cinco grados y resíduos turbios de existências anteriores. La gente se ha llamado a engano y ha atribuído al aceite de importación -que era seguramente lo más comestible que tenía la mezela hecha por los desaprensivos - las pésimas condiciones de este aceite.

Los interessados en mantener el clima de escasez de alarma, que tan bien vá a sus trampas y maqinaciones, han apelado también a difundir supuestas incompatibilidades alimenticias de los aceites de semillas, arrancando acaso de alguna vieja campana, legitimamente enderezada en su tiempo, a proclamar la absoluta superioridad del aceite de oliva en los usos de boca, sobre todas las demás grasas vegetales comestibles- cosa absolutamente cierta- pero que ahora se ha desnaturalizado hasta el extremo de negar condiciones alimenticias a dichos aceites, cuando muchos países, como decíamos antes, no consumen otra clase de grssas vegetales. Son los mismos que propalaron también, en su dia, que el trigo argentino producía el «beri-beri» y la carne congelada la avitaminosis.

Nadie niega que lo mejor para nuestro paladar y para nuestras costumbres alimenticias es el aceite puro de oliva. Pero cuando acontece lo que ahora ha ocurrido en nuestra economía oleícola -una cosecha muy corta, y por anadidura con una superacidez que la hace en gran parte incomestible - era obligado hacer frente a ambas contingências desfavorables, y el único recurso era la mezcla de nuestros aceites excepcionalmente más ácidos que de costumbre, com aceites neutros o casí neutros, que rebajarán prudencialmente el grado de acidez. Si las proporciones de las mezclas y de las calidades no son las convenientes, es problema que atane corregir al Gobierno, y que corregirá, sin duda, con el tesón y la perseverancia con que ha hecho frente a otros problemas también difíciles en el régimen del abastecimiento nacional.